Manolo “Corazón”

Por Sayuri Martínez Ishikawa


Mi abuelo Zenshun “Manolo” Ishikawa llegó a La Habana con 19 años en 1927, había nacido en Okinawa en febrero de 1908. Antes, había llegado su hermano Kyukichi “Nisan”, quien fue el que lo animó a viajar a Cuba. Nisan era el mayor de ocho hermanos, mi abuelo era el tercero. El segundo, también varón, era militar, y se suicidó cuando Japón perdió la II Guerra Mundial en 1945. En Japón quedaron los padres y el resto de los hermanos. Zenshun y Nisan decidieron emigrar porque la situación económica era bastante mala, y, como muchos otros japoneses, vinieron a las Américas con la intención de hacer dinero y posteriormente regresar a Japón. 

 
ZENSHUN "MANOLO" ISHIKAWA, 1925, JAPÓN

ZENSHUN "MANOLO" ISHIKAWA, 1925, JAPÓN

 

Nisan tenía una esposa y dos hijos pequeños cuando partió de Japón. Nunca pudo regresar. No recuerdo haberlo conocido, pues falleció en el año 1977, siendo yo muy pequeña. Creó otra familia en Pinar del Río, con la que vivió toda la vida; tuvo un hijo y una hija. Uno de sus nietos cubanos fue a Okinawa hace unos años para un festival de descendientes de okinawenses (Festival Uchinanchu), y conoció a la familia, incluyendo a aquellos hijos (sus tíos).

 
KYUKICHI "NISAN" ISHIKAWA CON SU FAMILIA.

KYUKICHI "NISAN" ISHIKAWA CON SU FAMILIA.

 

Mi abuelo llegó en barco a La Habana, previo paso por Panamá, en donde se quedaron algunos japoneses que también emigraban y que terminaron estableciéndose en países como Perú y Brasil. De La Habana (no sé por qué, aunque imagino que por referencia de alguno de los japoneses que llegaron con él) se fue a Camagüey, a la zona de Esmeralda. Luego estuvo en lo que hoy es Ciego de Ávila, en Jatibonico. Allí permaneció bastantes años y tuvo varias ocupaciones, entre ellas la de barbero, oficio que aprendió allí mismo al llegar. También trabajó en una especie de hostal que fundara Gloria, la matriarca de la familia Itokazu, quien dio trabajo a muchos de los japoneses que llegaban al lugar en ese entonces. Ellos cobraban algo para su sostén, a la vez que ayudaban con la carga de las cosas que había que hacer en el hostal: fregar, limpiar y traer los víveres. Gloria y su esposo fueron muy buenos con mi abuelo, eran personas luchadoras y solidarias. Mi abuelo siempre habló de ellos con gran afecto, porque le tendieron una mano a su llegada a Cuba.  

 
GLORIA ITOKAZU

GLORIA ITOKAZU

 

Después vino la II Guerra Mundial y la etapa en que los japoneses estuvieron presos en el Reclusorio Nacional para Varones de Isla de Pinos, en donde permanecieron más de dos años. Al salir, mi abuelo se fue a Pinar del Río, junto con otros japoneses. Trabajó en el campo, y también durante bastante tiempo como mayordomo en la residencia de un senador de apellido Casanova. Más tarde se ocupó del cultivo de flores.

 
MANOLO  Y  SU  HIJA,  MARÍA  ISABEL,  1964

MANOLO  Y  SU  HIJA,  MARÍA  ISABEL,  1964

 

En 1949 se casó con mi abuela, y en 1951 nació mi mamá. La familia se mudó definitivamente a La Habana en el año 1955 o 1956. En la capital trabajó durante mucho tiempo como jardinero en la residencia de una doctora, en el barrio de Miramar. Luego, en 1961, formó parte de la Flota Cubana de Pesca, en principio como intérprete de los técnicos japoneses que asesoraban a los cubanos en esa industria. Y allí permaneció muchos años, trabajando con la flota atunera hasta que se jubiló a finales de la década de 1970.

 
(IZQ.) ISHIKAWA, FLOTA CUBANA DE PESCA

(IZQ.) ISHIKAWA, FLOTA CUBANA DE PESCA

 

En 1975, con la ayuda de la Embajada de Japón en Cuba, pudo volver a Okinawa. Fue una visita de tres meses, en la que se reencontró con su familia japonesa, con la cual siempre mantuvo una esporádica comunicación epistolar. Todavía hoy le sobreviven un hermano más pequeño y muchos sobrinos.

 
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Mi abuelo era una persona bastante reservada que no hablaba demasiado de sus asuntos. Y era muy respetuoso. Desde que mis padres se casaron, él vivió siempre con ellos y jamás hubo ni siquiera un malentendido entre mi padre y él. Su familia era lo más importante. Una imagen especial que siempre me viene a la mente es verlo llegar a recogerme a mi escuela con un mazo de hierba, cortada previamente, para alimentar al hámster que tuve por mascota durante un tiempo… ¡y que él detestaba! También le gustaba mucho jugar al solitario con las cartas, hobby al que dedicaba casi todo su tiempo libre. Recuerdo que los amigos japoneses que visitaban la casa o se encontraban con él en alguna actividad, le apreciaban mucho y se reían bastante con él. De hecho, entre los japoneses tenía un apodo: "Corazón". La verdad es que era una persona especial, siempre fue muy bueno; aunque tenía un carácter firme, jamás alzaba la voz y era muy difícil verlo enfadado. Nuestros vecinos aún recuerdan su manera de hablar el español y lo mucho que él se reía con las ocurrencias y chistes de los cubanos, ¡y es que estaba bastante aplatana'o!

 
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Fotos cortesía de Sayuri Martínez Ishikawa y María Isabel Ishikawa.

Edición: Miharu Miyasaka


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