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La residencia del Embajador

Peregrinaciones al Panteón

Parte del valor documental del filme Japoneseses es que es el único que conozco en el que aparecen los japoneses y sus descendientes en sus encuentros anuales en la residencia del Embajador de Japón en Cuba. Francisco Miyasaka no recuerda cuándo comenzaron las invitaciones a la residencia del Embajador luego de la peregrinación al Panteón, según me cuenta, es probable que fuera en el año de la inauguración de este, en 1964, o poco después. Cuando se filmó Japonesesen 1981, la residencia del Embajador se había convertido en un lugar de encuentro de muchos isseis y sus familias, quienes se reunían allí para un almuerzo después de la visita anual al Panteón de la Colonia Japonesa en el Cementerio de Colón, en la que se recordaba y honraba a los inmigrantes japoneses y sus descendientes ya fallecidos.

 
Fotograma de Japoneses, residencia del Embajador, 1981.

Fotograma de Japoneses, residencia del Embajador, 1981.

 

Para Miyasaka, “era para mi oportunidad de encontrarme con familias japonesas con las que mis padres se mantenían en contacto, no solo de La Habana sino de otras provincias. Considero que estos eventos fueron muy importantes para los isseis porque podían confraternizar y mantener una relación con un número cada vez más decreciente de sus iguales. Yo participaba gustosamente porque sabía lo importante que eran para mis padres, y luego de tener hijos por la importancia de que ellos conocieran a miembros de nuestra comunidad”. 

 
Foto de isseis en la residencia del Embajador. Miyasaka cree que la foto fue tomada a finales de la década de 1960, y en ella reconoce a isseis de las familias Katow, Miyasaka, Iwama, y Nagase. 

Foto de isseis en la residencia del Embajador. Miyasaka cree que la foto fue tomada a finales de la década de 1960, y en ella reconoce a isseis de las familias Katow, Miyasaka, Iwama, y Nagase. 

 

Ciertamente, como apunta Miyasaka (mi padre), tengo muchos recuerdos de esos encuentros. Mi hermano y yo pasamos parte de nuestra infancia en los años 80 asistiendo a las reuniones anuales en el cementerio y en la residencia del Embajador. No creo que a nuestra edad entendiéramos bien su significación, pero sí apreciábamos el encuentro con otros nikkeis de nuestra edad y en general el ambiente de amistad y camaradería entre los adultos. Recuerdo que nos gustaba explorar los diversos espacios de la residencia, sus jardines, patios, terrazas, y salones.

 
De izquierda a derecha, mi madre, Louciana Chirino, yo (Miharu Miyasaka), mi abuela, Kesano Machida, mi hermano, Kyoharu Miyasaka, y dos personas cuyos nombres no recuerdo. Residencia del Embajador, circa 1989. 

De izquierda a derecha, mi madre, Louciana Chirino, yo (Miharu Miyasaka), mi abuela, Kesano Machida, mi hermano, Kyoharu Miyasaka, y dos personas cuyos nombres no recuerdo. Residencia del Embajador, circa 1989. 

 

Alfredo Mori, a quien recuerdo como uno de los niños que participaban en esos eventos, rememora cuando “salíamos del cementerio e íbamos a la residencia del embajador, me gustaba ver los peces de colores que vivían en la fuente que estaba en medio del patio, saludar a los que conocíamos. Siempre después de la residencia íbamos en guagua a una muestra de cine; y una vez fuimos al jardín japonés en el Jardín Botánico Nacional”. 

Para Milko Ueda “eran unos tiempos increíbles, aquello era un día muy especial pues aunque yo era pequeño recuerdo que veía personas con las que durante un año no coincidíamos. Era una manera de conocer y relacionarnos con las personas de la Colonia. Me gustaba mucho cuando después del almuerzo en la residencia del Embajador íbamos a una sala de cine y veíamos muchos documentales y películas japonesas, yo disfrutaba mucho eso”.

Aisha E. González Ishikawa cuenta que “para mi familia siempre era un día de alegría pues mi mamá y mi tío se encontraban con muchos amigos y para mí y mi hermano una oportunidad de encontrarnos con niños de nuestra edad para jugar y explorar la residencia”.

La crisis económica en Cuba a principios de los 90 provocó que se suspendieran los encuentros anuales de la comunidad. Sin embargo, la peregrinación al Panteón se reinició en el 2012, aunque de forma muy limitada, y posteriormente se organizaron pequeñas reuniones en la residencia del Embajador. En el 2015, se organizó un encuentro bastante amplio para los nikkeis y sus familiares, quienes compartieron durante un almuerzo en un restaurante de La Habana. Curiosamente, antes de los encuentros en la residencia del Embajador en la década de 1960, el grupo que habían creado los isseis en Cuba, al que llamaban Renrakukai, que según Miyasaka podría traducirse como Grupo de Enlace, se reunía con sus familias una vez al año en un restaurante de La Habana. 

Condecoraciones

Hay otro evento de la historia de la comunidad que ha estado conectado a la residencia del Embajador. Allí han tenido lugar las ceremonias oficiales en las que varios nikkeis han sido condecorados por el gobierno japonés. Entre ellos, Kanji Miyasaka, Francisco Miyasaka, y Goro Naito.

 
Kanji Miyasaka, Sexta Orden del Mérito y entrega del premio KYOKUJITSU, 1994.

Kanji Miyasaka, Sexta Orden del Mérito y entrega del premio KYOKUJITSU, 1994.

 
 
Francisco Miyasaka, entrega del premio KYOKUJITSU, 2008.

Francisco Miyasaka, entrega del premio KYOKUJITSU, 2008.

 
 

Agradecimientos a Francisco Miyasaka, Alfredo Mori, y Milko Ueda. 

Japoneses. Dir. Idelfonso Ramos. 1981. Cuba. (Doc. 10’)

© 2020 Miharu M. Miyasaka