Lidia Sánchez Fujishiro cuenta en su libro Un japonés en Santiago de Cuba que su abuelo, el inmigrante Kenichi Fujishiro, emigró de Japón a Cuba en 1913.
En la década de 1920 abrió una tienda llamada Casa Japón, en la que vendía, entre otras cosas, caramelos de varios sabores y colores que él mismo fabricaba.
Los vendedores ambulantes comenzaron a comercializarlos por las calles de Santiago al pregón de “caramelos japoneses”, y así quedaron en la imaginación de los santiagueros, incluso después de la muerte de Fujishiro.
El estilo de los caramelos del inmigrante: con diferentes colores y sabores, que se mostraban insertados en una vara larga, aún se puede ver por las calles de Santiago.
En estas fotos tomadas por Lidia aparecen, según ella me explica, “los caramelos que llamamos ‘japoneses’ aquí en Santiago . . . en la versión actual de los vendedores que existen en la ciudad”.
Es increíble el largo camino que han recorrido los "caramelos japoneses" del inmigrante de la tienda Casa Japón, adaptados a las calles de Santiago y al gusto de los santiagueros.
(Fotos cortesía de Lidia Sánchez Fujishiro).